domingo, 1 de marzo de 2009

Los impuestos no perdonan ni a los muertos

Hace ya un tiempo recibí una llamada en mi casa:
"¿Podría hablar con J.B.M.? "
Yo sorprendida respondí: "¿Quién pregunta por él?"
"Soy de SUMA y necesitaba que se pasara por la oficina a pagar la contribución" dijo la chica sin darle mayor importancia
"Era mi abuelo y lleva 15 años muerto" contesté indignida.
Ante tal contestación a mi interlocutora no le tembló la voz para insistir: "pues ven tú y paga"
Colgué el teléfono y sentí como si me hubieran metido en una película de David Lynch. Durante unos segundos no pude creer lo ocurrido y durante unos días volví a recordar a mi abuelo.
He de reconocer que era muy pequeña cuando murió y no recuerdo tantas cosas de él. Tengo su imagen en la cabeza caminando con muletas y cojo, por culpa de un accidente con una máquina del campo. Supe la verdadera historia de cómo perdió la pierna años después de que muriera. Cuando era pequeña me contaron que se la tuvieron que quitar porque fumaba mucho y las arterias se le taponaron del humo y yo, toda ingenua, lo creí durante años sin pensar que pudiera ser falso. Además recuerdo que estando en plena pubertad y con esta afirmación tan arraigada siempre sentenciaba: "no fuméis, a mi abuelo le tuvieron que cortar la pierna por fumar". Yo recordaba la historia aunque ya hacía años que había fallecido.
Creo que mi vena viajera debe de venirme por esa rama de la familia. Nunca hizo grandes viajes, pero porque no pudo, pero recuerdo que mi abuela se quedaba en casa y no quería moverse de allí y mi abuelo, incluso sin pierna, iba a todos los viajes que organizaban para jubilados.