viernes, 28 de marzo de 2008

Un domingo para el recuerdo

Hace tiempo que no escribo nada... ya sé que no es excusa no tener tiempo ni para escribir.
El caso es que este pasado domingo ocurrió algo tan excepcional que merece ser plasmado para no caer en el olvido. Tuve el enorme privilegio de visitar el campo de concetración de Sachsenhausen con uno de los supervivientes, que no sólo nos guió por allí, también nos contó múltiples anécdotas de cómo era su vida es aquel inóspito lugar.
Interesantísimo y a la vez tristísimo, duro pero ejemplar lo que hacen hoy en día los alemanes... Esta visita me ha hecho recapacitar enormemente sobre el valor de los alemanes en el reconocimiento de sus errores pasados y el hecho de que en España esto sería cuanto menos imposible. Siempre nos dicen que hay que recordar la historia para que las barbaries no se repitan y de hecho esto es lo que ocurre en Berlín, toda la ciudad es un museo en sí mismo. Cuando paseas por la calle es facil tropezarte con unas losas insertadas en plena acera, delante de viviendas (pequeñas pero siempre doradas), que recuerdan a la familia que vivía en aquel lugar y cuándo murieron al ser trasladados a Auschwitz, por ejemplo.... Son recuerdos pequeños que hacen que la ciudad sea grande. Y bueno el colmo de las conmemoraciones, y esta sí que es grande, es el "Holocaust Denkmal". Bueno, lo que quería decir con todo esto, es que yo estaba totalmente en contra de cualquier tipo de conmemoración a los derrotados en la guerra civil española, más que nada, porque pensaba que era revivir los rencores del pasado. Tal vez la culpa de esto sólo la tenga yo y gracias al destino me he dado cuentade que las ideas, a veces, pueden cambiar; pero la verdad es que atribuyo parte de la culpa de mi ceguera a las influencias paternas, que aunque la mayoría de las veces han sido beneficiosas, en ocasiones, pueden llegar a ser nefastas para la configuración de una idea propia.
Para no desviarme mucho más del camino, me gustaría contar la visita al campo de concentración. Para empezar, quedamos todo el grupo en una calle al este de Berlín y a los pocos minutos de llegar apareció un hombre montado en bicicleta, de pelo canoso, que aparentaba tener unos 60 años, pero que en realidad tenía 80. El alma juvenil contagió a todos los que allí nos encontrábamos, su gorro al más puro estilo de pintor francés y sus ojos profundamente azules se me clavaron en la retina, pero lo que nunca olvidaré será ese aire desenfadado al aparecer en medio de la nieve con una bicicleta medio oxidada.
La visita empezó visitando algunos lugares al este de berlín y continuó subiendo al S-Bahn para después de más de media hora de viaje llegáramos a Oranienburg, una vez allí caminamos por el mismo camino por el que medio siglo atrás habían caminado los judíos y más de 6000 personas habían muerto siendo conducidos a Sachsenhausen. Durante todo este recorrido Reinhard Strecker, que era así cómo se llamana el ciclista, nos explicó detalle a detalle lo que ocurrió, pero también daba pinceladas de lo que le ocurrió a él y poco a poco su historia se iba contando a la vez que la de miles de judíos. El camino de la muerte llevó hasta Sachsenhausen y allí una enorme tristeza se apoderó de mi, al ver el famoso cartel que adorna todas las entradas de estas pesadillas: "Arbeit macht frei". Una vez dentro de aquellos muros Strecker contó que él era tan sólo un niño cuando estuvo encerrado aquí y toda la guerra la pasó privado de su libertad tras estos muros rellenando colchones de trigo. Una anécdota interesante fue el relato de cómo los guardias de las SS jugaban con los niños. Contaba que debías siempre llevar gorro y cuando se acercaba un militar debías quitártelo al instante, si no lo hacías el militar se lo tomaba como una falta de respeto. También relató que les quitaban el gorro lo tiraban y debías ir a buscarlo y así sucesivamente, como si fueran perros... si no lo hacías podían dispararte.
Volviendo de nuevo para atrás, Reinhard, con un profundo miedo, nos dijo cómo vivió la noche de los cristales. "Tan sólo tenía 8 años, pero todavía recuerdo esos pasos de las SS subiendo las escaleras", esa noche tuvo suerte, su padre, excombatiente de la Primera Guerra Mundial, se enfundó el traje militar y con gran valentía consiguió disuadir a las Waffen-SS y así proteger a su familia.
Cuando se dice SS ya causa miedo, pero cuando se pronuncia el nombre entero en alemán causa pavor "Waffen-Schutzstaffel" que quiere decir algo así como guardia armada. Bueno, creo que por hoy lo voy a dejar, me he extendido muchísimo y puede ser que siga escribiendo sobre esto mañana...

1 comentario:

Anónimo dijo...

...si que tienes una vida llena de oportinidades! cuanto no daria yo por poder vivir anecdotas como este y refresquen mi monotona vida. Me alegra ver que has vuelto a escribir y que no has dejado este mundo de las palabras. Seria muy interesante poder ver algunas Fotos de aquel dia o del "Museo" que segun tu es Berlin, para asi poderme hacer una idea de que me estoy perdiendo...
animo y exitos
Lector Fiel