Ayer cuando volvía a casa una luz en el panel del coche se encendió y como hacía frío hice caso omiso al sabio consejo: "No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Así que esta mañana cuando me disponía a arrancar mi vehículo, justa de tiempo como siempre, he creído oportuno abrir el manual del coche para averiguar la causa de la lucecita. Cuán mi sorpresa ha sido cuando he leído: "Avería del motor. Llevar al concesionario oficial". En ese momento me he agobiado mucho. He llevado el coche directo al taller y una frase lapidaria todavía resuena en mis oídos: "igual no es nada que igual te cargas el coche, pero si te es muy preciso pues llévatelo". Sin coche, con una presentación esperándome y con los nervios de punta mi tío me deja finalmente el automóvil para que yo pueda cumplir con lo acordado con mi compañera de práctica con la que había quedado para ultimar detalles de nuestra presentación de hoy sobre un tema tan apasionante como Los Consejos Reguladores de Medios. Histérica como estaba cojo el coche de mi queridísimo tío y antes de salir del garaje ya se me había calado tres veces (esto de conducir coche automático mal acostumbra mucho). Llego al peaje y debo meterme en el único que tiene el aparato estropeado y me toca dar marcha atrás; a la salida del peaje estoy tan despistada que se me olvida cambiar la marcha a segunda o primera y tras pasar el peaje, allí en medio de la carretera se me cala de nuevo el coche (no te preocupes tío el coche está intacto). Creo que cuando uno va atolondrado todo le sale peor.
Llego a casa de mi compañera a la que tengo que agradecer unas cuantas cosas, la primera que no tuve que buscar aparcamiento porque me cedió una plaza en su parking, segundo porque durante esta semana y la pasada hemos pasado tanto tiempo en su casa que he almorzado, comido, merendado...
Para acortar iré al grano: llegamos una hora tarde a la presentación y mi compañera llamó al profesor para explicar nuestra tardanza: El coche de Paqui. Todavía no entiendo la razón por la que dijo que había alquilado un coche, se me da mal decir mentiras y temía un interrogatorio sobre dicho coche de alquiler. Mi profesor, Jordi, fue indulgente con nosotras y en estas condiciones empezamos a presentar el trabajo. Obviamente no nos dio tiempo ni a presentar la mitad, con lo cual la semana que viene continuamos con la exposición. (Realmente el profesor fue compresivo)
Por cierto, también me llamó mi coordinador erasmus: Buenas noticias, ¡mis notas de Alemania por fin llegaron! (no todo tenían que ser malas notícias hoy).
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